Dos viajes al país; 1992 y 2003
A partir de haber ido conociendo distintos blogs cubanos y no cubanos, el de Zenia Regalado en primer lugar, http://imaginados.blogia.com/ y como forma de intercambiar experiencias e ideas estaría contar cosas sobre dos viajes a la Isla.
Esos dos viajes, uno en 1992 y otro en 2003, pueden permitir aportar una visión subjetiva y personal de las gentes, de los lugares, del día a día, convicciones, ilusiones, etc que he podido vivir junto con otras personas.
La Casa de la Trova en Baracoa
Uno,dos,tres...solidaridad, niños, médicos....
Fueron dos viajes muy distintos. El primero lo realicé con un grupo numeroso de unas 30 personas que a partir de los Comités de Solidaridad se planteó pasar diez días de trabajo en un contingente agrícola, y una semana en La Habana realizando visitas concertadas y conociendo distintos aspectos del país, de la Revolución.
Era verano de 1992, en pleno período especial, notábamos las dificultades serias de alimentación, transporte. etc pero fue una experiencia muy interesante con muchas "dosis de realidad", conociendo a personas magníficas, un ambiente en el grupo muy bueno y todos los contactos muy positivos.
El segundo viaje fue un viaje familiar, recorriendo la isla de oriente a occidente, de Santiago a La Habana ,conociendo varias poblaciones, haciendo "turismo",para entendernos, pero a nuestro aire. Un coche alquilado, el camino y seguir lo que nos decía la gente.
Mis dos hijas,Mireia y Ana, Jose y yo pasamos 15 días en julio de 2003. El país había cambiado mucho desde mi visita en el 92, conocimos a personas muy distintas a las que yo había conocido en el primer viaje y de nuevo la experiencia me pareció interesantísima.
Los niños y niñas de Cuba.
En el ánimo de ir escribiendo impresiones de esos dos viaje, ¿ por dónde empezar?. Va a ser difícil, así que iré mezclando temas a la vez que iré saltando también de un viaje a otro.
Voy a empezar con algo acerca de los pequeños, de los niños y niñas.
Tal vez fue un domingo cuando pasando la tarde en alguna población cercana al campamento de trabajo, vi varias familias, paseando, esperando un autobús, con ropa "de domingo" y me llamó la atención cómo iban los pequeños, de arreglados, de límpios, los zapatitos, los calcetines, los lazos en el pelo y el trato, sobre todo el cariño, el trato hacia ellos, la forma de negarles algo. Empecé a pensar que la población adulta, los padres, mimaban lo que tenían, les daban lo mejor de ellos y proyectando lo que no podía conocer, imaginaba que a su vez les educaban en valorar lo que tenían, en el afecto, etc. y ante un panorama general de escasez para todos, esos pequeños iban creciendo sin excesivas dificultades. En julio,agosto del 92 las escuelas estaban cerradas, pero en algún municipio cercano a Ciudad de la Habana, Boyeros tal vez, visitamos un círculo infantil localizado en un caserón grande, con mucho jardín. No estaban los pequeños, sí estaban los casilleros con los cepilitos de dientes, sí estaban las maestras con las que tuvimos un rato de charla.
La foto que se acompaña es del verano de 2003 en Santiago; no pregunté quieres eran, pero imaginé que eran niños del barrio, en vacaciones y tal vez algún mayor dedicaba algún rato a preparar alguna actividad con el aparato de música a pilas, la calle como escenario de ensayos y de nuevo pensar que esos niños y niñas son el futuro y muy probablemente contribuirán con su formación, con su potencial a vivir en paz, en libertad, en dignidad y ante esa realidad de un pueblo que tiene un nivel alto de información, de formación y de futuro, va a ser difícil que el tiempo no juegue a favor de escenarios cada día mejores de bienestar de la población, de decisiones no impuestas, de bloqueos cerriles, etc.
Tres pequeñas historias. En el 92 me preocupaba ver por la calle, en La Habana, niños pidiendo. Deseaba que no existieran y efectivamente apenas algún pequeño se acercó a alguna terraza. Tampoco quería ver lo que en cualquier ciudad española existe, personas mayores sin recursos, pidiendo, abandonados, durmiendo en portales y cajeros de entidades de ahorro. Ni en 1992 ni en 2003 llamaba la atención que eso se estuviera dando de forma significativa.
Las pequeñas historias en 2003: en cualquier población un niño te podía abordar y quería que le dieras algún dinero, pero no pedía, me gustó que nos dijera: ¿Me podéis dar un euro para la colección de clase? Si te enrrollabas un poco, veías que sabía el valor del euro, del cambio con el dólar, y claro que le dabas el euro "para la colección del colegio". Una tarde en Trinidad, una niña nos abordó con collares hechos manualmente con semillas y te vendía cinco por un euro. Le compré varios y la niña desapareció pero una vecina nos estaba observando y cuando la niña se fue se acercó y nos explicó la situación familiar y cómo la niña aportaba algún dinero; que la policia no lo permitía, pero que ella justificaba lo que hacía la cría. Me acordaba de cómo en España, en verano, niños y niñas sin ninguna dificultad económica montan pequeñas tiendas en la calle y "venden" pulseras de artesanía, piedras, conchas, caballitos de mar...
Otro encuentro en Ciudad de la Habana fue ver cómo un señor mayor, recorría El Prado y ante tu aspecto de gallego turista, te ofrecía pesos., monedas con la cara del Che, a euro. Era un ofrecimiento amable, sencillo, buscando ese euro que en pesos cubanos era mucho pan, mucha legumbre, mucha parte de un sueldo normal
Médicos.
En el 92, dentro de las visitas que el grupo iba realizando, pudimos recorrer el Hospital de especilidades de La habana, un centro médico cuyo nombre no recuerdo, "hermanos Tejeira.." tal vez, pudimos tener conocimiento de los centros de alta tecnología, del famoso medicamento tipo viagra y muchas cosas más, pero me quedé con la atención primaria. Nos acercamos a un chalet, a una casa unifamiliar con un poco de jardín alrededor, que era la vivienda y la consulta del médico de familia. A parte del horario de atención, fuera de ese horario por razones de urgencia de imprevistos serios, etc el médico de familia, viviendo cerca de sus pacientes asignados, ejercía como en España los antiguos médicos rurales; con esa cercanía, disponibilidad, etc que en nuestro primer mundo ha desaparecido. Nos informaban de cómo los médicos de familia conocían, se relacionaban con un número, una ratio, médico por pacientes, muy interesante y una concepción de esa atención primaria como servicio a la comunidad con un alto grado de calidad, siendo el primer eslabón del servicio público de sanidad que continúa en hospitales, etc.
Cuatro, cinco, seis,...en el Contingente Flavio Bravo Pardo de Melena del Sur
En el 92 la vida cotidina era de un modo, en el 2003 era distinta y hoy posiblemente también lo es respecto al 92 y al 2003. En general, es una impresión que se puede tener, de que las cosas son de una forma, pero pueden ser de otra en cualquier momento. Lo negativo es que un tema de fondo, el bloqueo, la amenaza real de los EEUU, obligan a dormir con un ojo abierto e impiden estabilizar el sistema económico y financiero cubano y de ahí vienen los cambios, el trapicheo, la economía paralela. Lo positivo es que la nación está despierta, es sensible, sabe lo que tiene, lo que no tiene, lo que puede tener y ese vivir en tensión beneficiará más que perjudicará y eso es lo que desea mucha gente en España, en Latinoámerica, en Europa también.
En el 92 tras la quiebra de la cooperación de los países de economía socialista, se vive la escasez de alimentos y el contingente agrícola Flavio Bravo en Melena del Sur, tiene una extensión dedicada al plátano vianda como alimentaro más alla de una fruta, plantación en plena producción y parcelas nuevas donde plantas jóvenes de plataneras iban creciendo con ayuda de riego por goteo preinstalado y con ayuda de personal cubano o voluntarios de otros países que realizábamos la labor de desherbar manualmente, con ayuda de unos azadones largos, las guatacas, dada la escasez de productos químicos industriales.A lo largo de diez días llenos de anécdotas, charlas, sudores varios a principios de agosto, compañerismo, fuimos unos privilegiados por las atenciones tanto en esos diez días de trabajo como en una semana posterior de estancia en La Habana.
Además de los voluntarios, en este caso unos treinta españoles y españolas que salvo cinco o seis sabíamos del campo por los libros, trabajaban en el campamento por períodos comprometidos de un año creo, personal cubano con dos motivaciones distintas. O bien había una contribución ideológica y echar una mano para la producción de alimentos dado que la situación estaba bajo mínimos o bien trabajar en el campo suponía ganar bastante más y, creo que no era despreciable, permitir que a la familia que se quedaba en el lugar de origen le cundiera más las libretas de racionamiento, las cantidades mensuales disponibles de alimentos básicos. Al primer grupo pertenecían funcionarios, maestros, una juez, con vinculación al PCC y al segundo grupo la mayoría de trabajadores.
Dos personas representaban dos mundos. En la foto,estoy con Ernesto Guevara, funcionario de planificación urbanistica , creo, en La Habana. Para el grupo de españoles, era la personificación de la idealización del pueblo cubano: amable, respetuoso, culto, con ideología, trabajador (del despacho a la azada era un cambio y no como nosotros en plan testimonial), etc. Conectó muchísimo con nosotros y como buen cubano, a pesar de la diferencia de edad, también hizo, por méritos propios, algún que otro estrago sentimental en el grupo.
La otra persona, que representaba otro mundo, era Raúl. Se acercaba mucho, demasiado, se volvió pelín pesado, empalagoso, interesado. Tal vez fuera una buena persona, pero desde nuestra perspectiva, no hablaba apenas de su día a día, sino que estaba muy interesado en cómo sería su vida si algún día pudiera vivir y trabajar en España o en algún país de nivel ecónomico alto. No creo que para esas personas, esa parte de la población que tiene formación (él decía que era carpinterio de ribera) no sea lícita la esperanza de vivir mejor, ganar más, tener cosas, pero lo tenía difícil al lado de aquellas personas que nos atraían porque expresaban sentimientos colectivos de mejora, de lucha, etc.
Más personas, más visitas
A lo largo de los diez días en el campo de trabajo realizamos varias salidas colectivas: un centro distribuidor de productos agrícolas, un centro de detención de menores, en una población pequeña, una charla de los responsables municipales, etc y algunas tardes caminando nos acercábamos a la localidad más próxima y aprovechábamos para dejar cartas en Correos, hablar con la gente, refugiarse deprisa y corriendo por los aguaceros imprevistos, y volver al rato de charla, después de cenar. En un salón unas mesas, sillas, la televisión, se podía jugar con el personal cubano. Ellos tenían tanto interés como nosotros en saber de los demás; me pareció que muchos de ellos habían viajado embarcados en marina mercante y conocían sobre todo puertos de la Europa del Este. Esas personas jugaban muy bien a damas y a ajedrez y era difícil ganar una partida. La anécdota final fue que el último día el grupo dejó el contingente en dirección a La Habana pero quedaron tres o cuatro personas que habían tenido los últimos días algo de trastorno intestinal o estando bien les acompañaban y se reunirían con los demás al día siguiente. Cuando el grupo estaba camino de La Habana llegó Fidel; sabía que estábamos allí y apareció, dándole la enorme sorpresa a esos cuatro o cinco que nos contaron al día siguiente la visita. Se nos quedó cara de tontos porque hubierámos deseado estar allí.
Siete, ocho, nueve y diez....Ciudad de la Habana y muchos sitios más
En 1992 la ciudad de La Habana era tan bonita como habrá sido siempre, como es hoy, como será en lo sucesivo. En una semana en el primer viaje, en tres días en el segundo, es imposible conocerla mínimamente bien, pero callejeando, pateando los distritos del centro, se puede uno apropiar de la ciudad. Además nuestro alojamiento estaba en el quinto pino, Mulgoba, más allá del aeropuerto en una residencia muy sencilla de deportistas. Muchos trayectos los hacíamos por nuestra cuenta y vivimos las vicisitudes de mucha gente esperando guaguas repletas, de vez en cuando veíamos como coches particulares paraban y algunas personas subían. Daba la impresión de que la ciudad se había extendido radialmente, las distancias eran enormes y en los momentos de dificultad en el transporte, eso se notaba. Once años más tarde, La Habana ha ido lavándole la cara al centro histórico con mucha dificultad por el enorme gasto que supone la rehabilitación de todo lo que hay que rehabilitar. Creo que es evidente el plan que dirige la Oficina del Historiador (no sé si lo digo bien), y empiezan a verse hoteles rehabilitados por ejemplo que pueden compararse con otros lugares en el mundo donde no se ha tirado "lo viejo" (no es el caso de España, donde somos especialistas en no conservar nada) y cuando se logra arreglar realza lo que es; patrimonio de la Humanidad.
Pero la magia de Cuba en general, de ciudades como La Habana no viene de 'las piedras', viene del conjunto que forman tradición, gente, cultura. El malecón, las gentes sentadas en el muro, viendo pasar los Cadillac, las bibicletas, los chillones huevo-taxis, etc, la cola de la heladería Copelia, la visita obligada a La Bodeguita del Medio, al Floridita, pero también los mercadillos, la música en vivo por todos lados, la voluntad de salir adelante, el conjunto, es el protagonista.
A veces establezco un paralelismo entre Praga y La Habana porque en la capital checa estuve en 1973 y volví en 2002. Praha es tal vez la ciudad más bonita de Europa y más cuando le han lavado la cara, pero no sólo es eso. Los checos no quieren recordad a los Julius Fucík y es innoble.
También en la isla, sobre todo en el segundo viaje, tuvimos oportunidad de estar con personas que tal vez no quisieran recordar dentro de unos años, la Cuba actual. ¿Qué puede hacer cambiar a las personas o si no cambian porque siempre han sido de una forma, qué hace que se vean las cosas a veces de forma tan distinta? Parece que el vil metal tiene mucho que ver. El caso que me pareció más llamativo fue en el viaje de regreso a España en el 92, coincidir con una persona que viajaba a España para algo relacionado con una herencia de personas mayores, familiares. Resultaba que él era técnico en turismo en alguna instalación de algún Cayo, con sueldo bajo como todo el mundo, con enormes propinas como algunos, su esposa médico y una casa muy equipada, la nevera llena, etc debido a su situación privilegiada por ingresos extras. ¿Qué quería?. Pues sencillamente más: por ejemplo que su mujer ganara tanto como él pudiendo tener una consulta privada o sencillamente, que los médicos cobraran x3,x4,x5,....respecto a los doscientos y pico pesos que creo podía ser un salario medio. Diferencias en los sueldos normales y propias de países no socialistas.
En el segundo viaje esa mentalidad era normal en los titulares de algunas de las casas privadas que ofrecían alojamiento y/o comida. Lo podíamos entender y no nos creaba mucho problema el tema, pero en algunos casos, se intuía cierta codicia, cierta predisposición al sálvese quien pueda, que contrastaba con otras personas más dispuestas a otras cosas.
Y para finalizar, que esto está resultando largo, unas líneas sobre esas otras poblaciones que no son Ciudad de la Habana. Santiago, Trinidad, Baracoa, Banes, fueron los lugares de referencia para desde ellos acercarse a otros lugares. Como íbamos haciendo turismo, y era verano lo normal fue ir buscando lugares de playa. Me pareció interesante llegar a los grandes complejos, como Guardalavaca,playa Esmeralda, las playas de Trinidad, Cayo Blanco, en el interior el parque de Tope de Collantes etc, y observar el desarrollo del turismo extranjero y como novedad el turismo cubano, organizado, en grandes hoteles. Para mi siempre iba resultando de los más interesante tener la oportunidad de poder conversar un poco con personas que te podían contar cosas del día a día. Personas a veces increíbles. En el 92, en La Habana por la calle,pidiendo cómo poder llegar a un sitio, ella, ingeniera técnica en demoliciones, los dos muy muy amables, educados, en Mulgoba, Caridad, limpiadora de la residencia, encantadora, pidiendo como muchos las señas de España, escribiendo una,dos, tres, varias cartas posteriormente, y así bastantes personas.... incluído el señor del río. ¿Vienen de Barcelona?¿De qué parte? Había estado un montón de veces en España, en países africanos, daba cursos extraños, hacía copias tal vez no muy legales de cd de música, un mundo....
El último; no me quedé con su nombre, era un señor algo mayor, en Baracoa, sentado a mi lado mucho rato en la Casa de la Trova. Trabajador, o jubilado del puerto, iba todas las noches, se bebía alguna refresco de tarde en tarde, no hablaba con la gente apenas, tan sólo era un aficionado a la música. Tal vez ese rato por la noche, saber algo de su hijo de vez en cuando, sentirse cubano y compartir lo que se había hecho en el país en los últimos 44 años era su vida actual.
Desde Alicante, España,
Esos dos viajes, uno en 1992 y otro en 2003, pueden permitir aportar una visión subjetiva y personal de las gentes, de los lugares, del día a día, convicciones, ilusiones, etc que he podido vivir junto con otras personas.
La Casa de la Trova en Baracoa
Uno,dos,tres...solidaridad, niños, médicos....
Fueron dos viajes muy distintos. El primero lo realicé con un grupo numeroso de unas 30 personas que a partir de los Comités de Solidaridad se planteó pasar diez días de trabajo en un contingente agrícola, y una semana en La Habana realizando visitas concertadas y conociendo distintos aspectos del país, de la Revolución.
Era verano de 1992, en pleno período especial, notábamos las dificultades serias de alimentación, transporte. etc pero fue una experiencia muy interesante con muchas "dosis de realidad", conociendo a personas magníficas, un ambiente en el grupo muy bueno y todos los contactos muy positivos.
El segundo viaje fue un viaje familiar, recorriendo la isla de oriente a occidente, de Santiago a La Habana ,conociendo varias poblaciones, haciendo "turismo",para entendernos, pero a nuestro aire. Un coche alquilado, el camino y seguir lo que nos decía la gente.
Mis dos hijas,Mireia y Ana, Jose y yo pasamos 15 días en julio de 2003. El país había cambiado mucho desde mi visita en el 92, conocimos a personas muy distintas a las que yo había conocido en el primer viaje y de nuevo la experiencia me pareció interesantísima.
Los niños y niñas de Cuba.
En el ánimo de ir escribiendo impresiones de esos dos viaje, ¿ por dónde empezar?. Va a ser difícil, así que iré mezclando temas a la vez que iré saltando también de un viaje a otro.
Voy a empezar con algo acerca de los pequeños, de los niños y niñas.
Tal vez fue un domingo cuando pasando la tarde en alguna población cercana al campamento de trabajo, vi varias familias, paseando, esperando un autobús, con ropa "de domingo" y me llamó la atención cómo iban los pequeños, de arreglados, de límpios, los zapatitos, los calcetines, los lazos en el pelo y el trato, sobre todo el cariño, el trato hacia ellos, la forma de negarles algo. Empecé a pensar que la población adulta, los padres, mimaban lo que tenían, les daban lo mejor de ellos y proyectando lo que no podía conocer, imaginaba que a su vez les educaban en valorar lo que tenían, en el afecto, etc. y ante un panorama general de escasez para todos, esos pequeños iban creciendo sin excesivas dificultades. En julio,agosto del 92 las escuelas estaban cerradas, pero en algún municipio cercano a Ciudad de la Habana, Boyeros tal vez, visitamos un círculo infantil localizado en un caserón grande, con mucho jardín. No estaban los pequeños, sí estaban los casilleros con los cepilitos de dientes, sí estaban las maestras con las que tuvimos un rato de charla.
La foto que se acompaña es del verano de 2003 en Santiago; no pregunté quieres eran, pero imaginé que eran niños del barrio, en vacaciones y tal vez algún mayor dedicaba algún rato a preparar alguna actividad con el aparato de música a pilas, la calle como escenario de ensayos y de nuevo pensar que esos niños y niñas son el futuro y muy probablemente contribuirán con su formación, con su potencial a vivir en paz, en libertad, en dignidad y ante esa realidad de un pueblo que tiene un nivel alto de información, de formación y de futuro, va a ser difícil que el tiempo no juegue a favor de escenarios cada día mejores de bienestar de la población, de decisiones no impuestas, de bloqueos cerriles, etc.
Tres pequeñas historias. En el 92 me preocupaba ver por la calle, en La Habana, niños pidiendo. Deseaba que no existieran y efectivamente apenas algún pequeño se acercó a alguna terraza. Tampoco quería ver lo que en cualquier ciudad española existe, personas mayores sin recursos, pidiendo, abandonados, durmiendo en portales y cajeros de entidades de ahorro. Ni en 1992 ni en 2003 llamaba la atención que eso se estuviera dando de forma significativa.
Las pequeñas historias en 2003: en cualquier población un niño te podía abordar y quería que le dieras algún dinero, pero no pedía, me gustó que nos dijera: ¿Me podéis dar un euro para la colección de clase? Si te enrrollabas un poco, veías que sabía el valor del euro, del cambio con el dólar, y claro que le dabas el euro "para la colección del colegio". Una tarde en Trinidad, una niña nos abordó con collares hechos manualmente con semillas y te vendía cinco por un euro. Le compré varios y la niña desapareció pero una vecina nos estaba observando y cuando la niña se fue se acercó y nos explicó la situación familiar y cómo la niña aportaba algún dinero; que la policia no lo permitía, pero que ella justificaba lo que hacía la cría. Me acordaba de cómo en España, en verano, niños y niñas sin ninguna dificultad económica montan pequeñas tiendas en la calle y "venden" pulseras de artesanía, piedras, conchas, caballitos de mar...
Otro encuentro en Ciudad de la Habana fue ver cómo un señor mayor, recorría El Prado y ante tu aspecto de gallego turista, te ofrecía pesos., monedas con la cara del Che, a euro. Era un ofrecimiento amable, sencillo, buscando ese euro que en pesos cubanos era mucho pan, mucha legumbre, mucha parte de un sueldo normal
Médicos.
En el 92, dentro de las visitas que el grupo iba realizando, pudimos recorrer el Hospital de especilidades de La habana, un centro médico cuyo nombre no recuerdo, "hermanos Tejeira.." tal vez, pudimos tener conocimiento de los centros de alta tecnología, del famoso medicamento tipo viagra y muchas cosas más, pero me quedé con la atención primaria. Nos acercamos a un chalet, a una casa unifamiliar con un poco de jardín alrededor, que era la vivienda y la consulta del médico de familia. A parte del horario de atención, fuera de ese horario por razones de urgencia de imprevistos serios, etc el médico de familia, viviendo cerca de sus pacientes asignados, ejercía como en España los antiguos médicos rurales; con esa cercanía, disponibilidad, etc que en nuestro primer mundo ha desaparecido. Nos informaban de cómo los médicos de familia conocían, se relacionaban con un número, una ratio, médico por pacientes, muy interesante y una concepción de esa atención primaria como servicio a la comunidad con un alto grado de calidad, siendo el primer eslabón del servicio público de sanidad que continúa en hospitales, etc.
Cuatro, cinco, seis,...en el Contingente Flavio Bravo Pardo de Melena del Sur
En el 92 la vida cotidina era de un modo, en el 2003 era distinta y hoy posiblemente también lo es respecto al 92 y al 2003. En general, es una impresión que se puede tener, de que las cosas son de una forma, pero pueden ser de otra en cualquier momento. Lo negativo es que un tema de fondo, el bloqueo, la amenaza real de los EEUU, obligan a dormir con un ojo abierto e impiden estabilizar el sistema económico y financiero cubano y de ahí vienen los cambios, el trapicheo, la economía paralela. Lo positivo es que la nación está despierta, es sensible, sabe lo que tiene, lo que no tiene, lo que puede tener y ese vivir en tensión beneficiará más que perjudicará y eso es lo que desea mucha gente en España, en Latinoámerica, en Europa también.
En el 92 tras la quiebra de la cooperación de los países de economía socialista, se vive la escasez de alimentos y el contingente agrícola Flavio Bravo en Melena del Sur, tiene una extensión dedicada al plátano vianda como alimentaro más alla de una fruta, plantación en plena producción y parcelas nuevas donde plantas jóvenes de plataneras iban creciendo con ayuda de riego por goteo preinstalado y con ayuda de personal cubano o voluntarios de otros países que realizábamos la labor de desherbar manualmente, con ayuda de unos azadones largos, las guatacas, dada la escasez de productos químicos industriales.A lo largo de diez días llenos de anécdotas, charlas, sudores varios a principios de agosto, compañerismo, fuimos unos privilegiados por las atenciones tanto en esos diez días de trabajo como en una semana posterior de estancia en La Habana.
Además de los voluntarios, en este caso unos treinta españoles y españolas que salvo cinco o seis sabíamos del campo por los libros, trabajaban en el campamento por períodos comprometidos de un año creo, personal cubano con dos motivaciones distintas. O bien había una contribución ideológica y echar una mano para la producción de alimentos dado que la situación estaba bajo mínimos o bien trabajar en el campo suponía ganar bastante más y, creo que no era despreciable, permitir que a la familia que se quedaba en el lugar de origen le cundiera más las libretas de racionamiento, las cantidades mensuales disponibles de alimentos básicos. Al primer grupo pertenecían funcionarios, maestros, una juez, con vinculación al PCC y al segundo grupo la mayoría de trabajadores.
Dos personas representaban dos mundos. En la foto,estoy con Ernesto Guevara, funcionario de planificación urbanistica , creo, en La Habana. Para el grupo de españoles, era la personificación de la idealización del pueblo cubano: amable, respetuoso, culto, con ideología, trabajador (del despacho a la azada era un cambio y no como nosotros en plan testimonial), etc. Conectó muchísimo con nosotros y como buen cubano, a pesar de la diferencia de edad, también hizo, por méritos propios, algún que otro estrago sentimental en el grupo.
La otra persona, que representaba otro mundo, era Raúl. Se acercaba mucho, demasiado, se volvió pelín pesado, empalagoso, interesado. Tal vez fuera una buena persona, pero desde nuestra perspectiva, no hablaba apenas de su día a día, sino que estaba muy interesado en cómo sería su vida si algún día pudiera vivir y trabajar en España o en algún país de nivel ecónomico alto. No creo que para esas personas, esa parte de la población que tiene formación (él decía que era carpinterio de ribera) no sea lícita la esperanza de vivir mejor, ganar más, tener cosas, pero lo tenía difícil al lado de aquellas personas que nos atraían porque expresaban sentimientos colectivos de mejora, de lucha, etc.
Más personas, más visitas
A lo largo de los diez días en el campo de trabajo realizamos varias salidas colectivas: un centro distribuidor de productos agrícolas, un centro de detención de menores, en una población pequeña, una charla de los responsables municipales, etc y algunas tardes caminando nos acercábamos a la localidad más próxima y aprovechábamos para dejar cartas en Correos, hablar con la gente, refugiarse deprisa y corriendo por los aguaceros imprevistos, y volver al rato de charla, después de cenar. En un salón unas mesas, sillas, la televisión, se podía jugar con el personal cubano. Ellos tenían tanto interés como nosotros en saber de los demás; me pareció que muchos de ellos habían viajado embarcados en marina mercante y conocían sobre todo puertos de la Europa del Este. Esas personas jugaban muy bien a damas y a ajedrez y era difícil ganar una partida. La anécdota final fue que el último día el grupo dejó el contingente en dirección a La Habana pero quedaron tres o cuatro personas que habían tenido los últimos días algo de trastorno intestinal o estando bien les acompañaban y se reunirían con los demás al día siguiente. Cuando el grupo estaba camino de La Habana llegó Fidel; sabía que estábamos allí y apareció, dándole la enorme sorpresa a esos cuatro o cinco que nos contaron al día siguiente la visita. Se nos quedó cara de tontos porque hubierámos deseado estar allí.
Siete, ocho, nueve y diez....Ciudad de la Habana y muchos sitios más
En 1992 la ciudad de La Habana era tan bonita como habrá sido siempre, como es hoy, como será en lo sucesivo. En una semana en el primer viaje, en tres días en el segundo, es imposible conocerla mínimamente bien, pero callejeando, pateando los distritos del centro, se puede uno apropiar de la ciudad. Además nuestro alojamiento estaba en el quinto pino, Mulgoba, más allá del aeropuerto en una residencia muy sencilla de deportistas. Muchos trayectos los hacíamos por nuestra cuenta y vivimos las vicisitudes de mucha gente esperando guaguas repletas, de vez en cuando veíamos como coches particulares paraban y algunas personas subían. Daba la impresión de que la ciudad se había extendido radialmente, las distancias eran enormes y en los momentos de dificultad en el transporte, eso se notaba. Once años más tarde, La Habana ha ido lavándole la cara al centro histórico con mucha dificultad por el enorme gasto que supone la rehabilitación de todo lo que hay que rehabilitar. Creo que es evidente el plan que dirige la Oficina del Historiador (no sé si lo digo bien), y empiezan a verse hoteles rehabilitados por ejemplo que pueden compararse con otros lugares en el mundo donde no se ha tirado "lo viejo" (no es el caso de España, donde somos especialistas en no conservar nada) y cuando se logra arreglar realza lo que es; patrimonio de la Humanidad.
Pero la magia de Cuba en general, de ciudades como La Habana no viene de 'las piedras', viene del conjunto que forman tradición, gente, cultura. El malecón, las gentes sentadas en el muro, viendo pasar los Cadillac, las bibicletas, los chillones huevo-taxis, etc, la cola de la heladería Copelia, la visita obligada a La Bodeguita del Medio, al Floridita, pero también los mercadillos, la música en vivo por todos lados, la voluntad de salir adelante, el conjunto, es el protagonista.
A veces establezco un paralelismo entre Praga y La Habana porque en la capital checa estuve en 1973 y volví en 2002. Praha es tal vez la ciudad más bonita de Europa y más cuando le han lavado la cara, pero no sólo es eso. Los checos no quieren recordad a los Julius Fucík y es innoble.
También en la isla, sobre todo en el segundo viaje, tuvimos oportunidad de estar con personas que tal vez no quisieran recordar dentro de unos años, la Cuba actual. ¿Qué puede hacer cambiar a las personas o si no cambian porque siempre han sido de una forma, qué hace que se vean las cosas a veces de forma tan distinta? Parece que el vil metal tiene mucho que ver. El caso que me pareció más llamativo fue en el viaje de regreso a España en el 92, coincidir con una persona que viajaba a España para algo relacionado con una herencia de personas mayores, familiares. Resultaba que él era técnico en turismo en alguna instalación de algún Cayo, con sueldo bajo como todo el mundo, con enormes propinas como algunos, su esposa médico y una casa muy equipada, la nevera llena, etc debido a su situación privilegiada por ingresos extras. ¿Qué quería?. Pues sencillamente más: por ejemplo que su mujer ganara tanto como él pudiendo tener una consulta privada o sencillamente, que los médicos cobraran x3,x4,x5,....respecto a los doscientos y pico pesos que creo podía ser un salario medio. Diferencias en los sueldos normales y propias de países no socialistas.
En el segundo viaje esa mentalidad era normal en los titulares de algunas de las casas privadas que ofrecían alojamiento y/o comida. Lo podíamos entender y no nos creaba mucho problema el tema, pero en algunos casos, se intuía cierta codicia, cierta predisposición al sálvese quien pueda, que contrastaba con otras personas más dispuestas a otras cosas.
Y para finalizar, que esto está resultando largo, unas líneas sobre esas otras poblaciones que no son Ciudad de la Habana. Santiago, Trinidad, Baracoa, Banes, fueron los lugares de referencia para desde ellos acercarse a otros lugares. Como íbamos haciendo turismo, y era verano lo normal fue ir buscando lugares de playa. Me pareció interesante llegar a los grandes complejos, como Guardalavaca,playa Esmeralda, las playas de Trinidad, Cayo Blanco, en el interior el parque de Tope de Collantes etc, y observar el desarrollo del turismo extranjero y como novedad el turismo cubano, organizado, en grandes hoteles. Para mi siempre iba resultando de los más interesante tener la oportunidad de poder conversar un poco con personas que te podían contar cosas del día a día. Personas a veces increíbles. En el 92, en La Habana por la calle,pidiendo cómo poder llegar a un sitio, ella, ingeniera técnica en demoliciones, los dos muy muy amables, educados, en Mulgoba, Caridad, limpiadora de la residencia, encantadora, pidiendo como muchos las señas de España, escribiendo una,dos, tres, varias cartas posteriormente, y así bastantes personas.... incluído el señor del río. ¿Vienen de Barcelona?¿De qué parte? Había estado un montón de veces en España, en países africanos, daba cursos extraños, hacía copias tal vez no muy legales de cd de música, un mundo....
El último; no me quedé con su nombre, era un señor algo mayor, en Baracoa, sentado a mi lado mucho rato en la Casa de la Trova. Trabajador, o jubilado del puerto, iba todas las noches, se bebía alguna refresco de tarde en tarde, no hablaba con la gente apenas, tan sólo era un aficionado a la música. Tal vez ese rato por la noche, saber algo de su hijo de vez en cuando, sentirse cubano y compartir lo que se había hecho en el país en los últimos 44 años era su vida actual.
Desde Alicante, España,